JUAN GELMAN O EL POETA ELEGIDO
Por Cecilia Palma
XX Feria del Libro
Córdoba-Argentina
(Septiembre, 2005)
“Nací en Villa Crespo, en Buenos Aires.
Nací ahí porque en un momento tan delicado como un alumbramiento, quise
acompañar a mi madre” (1). Esta curiosa poética de vida nos devela el calibre
de un poeta como Gelman. En él hasta lo más sorprendente fluye con una
naturalidad digna de ancestrales sabidurías. El poeta nace en 1930. En su
juventud formó parte del grupo “El pan duro” compuesto por amigos
escritores que al calor del entusiasmo se autoeditar sus
primeros trabajos.
El Pan duro fue un grupo bastante heterogéneo, sin embargo, entre sus miembros
existen una serie de rasgos comunes que los hacen participar de un imaginario
colectivo: el rescate de la urbe como protagonista de lo cotidiano, los giros y la atmósfera de la poética del tango, el uso del lenguaje
coloquial y la mancomunión de lo estético con lo político. Todos estos
creadores eran parte de una juventud rebelde e inconformista que tuvo por
escenario grandes hitos de la historia, en una época políticamente
convulsa: La Revolución Cubana, la intervención
norteamericana en Santo Domingo, Vietnam, Argelia, etc.
Desde el comienzo el discurso poético de Gelman fue subversivo, a pesar
de las consecuencias que pudiera traerle. Violín y otras
cuestiones fue el primer libro que “El pan duro”
publicó en 1956, con un prólogo entusiasta de Raúl González Tuñón. La obra se
instaló inmediatamente en el escenario literario de la época. González Tuñón, a
quien Gelman conociera en un recital en el teatro “La máscara”, se
habría maravillado con su poesía y muy especialmente con “El caballo de la
calesita”, que consideró magistral.
Trajin, ciudad y
tarde Buenos Aires
Aire de plaza ruido
de tranvía
(Galopando una música
de tango
gira el caballo de la
calesita)”...
Gelman tenía entonces 26 años; e irrumpe con su poesía en el círculo de
las letras. Poseedor de una voz ágil, fresca, variada en tonos y matices donde
prevalece el verso libre, sin embargo, demuestra que también
puede escribir sonetos de buena ley.
Para nadie es un misterio que la vida
de Gelman no ha sido fácil. Al decir de Vallejos; “él sabe en carne propia
que hay golpes en la vida tan fuertes...” Este sino trágico queda de
manifiesto en gran parte de su obra:
Cuerpo que me temblás
entrado al alma/
frío que me enfriás/
manito tuya
manando sombra/
sombra/ sombra/ sombra
¿paro tu deshacerte
en algún lado?/
Sin duda Gelman es un sobreviviente a
pesar de sí mismo, y su poesía está inserta en la otra historia de
Latinoamérica; su voz ha asumido múltiples formas en
lo poético. Sus desdoblamientos le permiten escribir como John Wendell, Yaminokuchi Ando, Sydney West y otros que develan otras
particularidades de su escritura. De estas singularidades nos habló a su paso
por Santiago donde recibió el Premio Iberoamericano Pablo Neruda. Gelman nos
explicaba que esos poetas inventados por él, le permitieron realizar una suerte de catarsis para salirse de sí mismo. De paso, estos
poetas constituían una provocación a las corrientes populistas que sostenían que
la poesía tenía que ser nacional, de esta manera Gelman invierte la proposición
populista al proponer con los “traducidos”, que podían ser tan argentinos como
cualquier otro, y que el idioma es una manera de entender el mundo, de
enfrentarlo, de padecerlo.
Gelman, transita de una tradición
poética a otra y crea un lenguaje personal que en general se caracteriza por la
ausencia de puntuación; la proliferación de barras diagonales al final y entre
sus versos; la aparición de neologismos; que expresan lo que de otra forma no
podría ser dicho; la repetición de palabras, la profusión de interrogantes en
las que hay que detenerse un instante por su profundidad y cuyas respuestas
dejan en silencio; el uso recurrente del diminutivo que convoca ternura, compasión,
sin tener que redundar en la imagen.
La poesía de Gelman en muchos casos se
vuelve determinante, es en sí misma una certeza, una verdad poética
insoslayable; por ejemplo: en la conclusión del poema “Límites”, nos dice:
Sólo la esperanza tiene las rodillas
nítidas.
Sangran.
“El tema de la poesía es la poesía”; ha dicho Gelman.
“Ella no tiene temas prohibidos, aunque
jamás, agrega, escribiría un poema a Hitler; ni siquiera para putearlo”; y nos
dice –“escribir no es una mera cuestión de voluntad. Cuando me toca me toca, y
no hay vuelta”.
La nueva poesía debía negar a la poesía
establecida para existir como tal. El tema de cambiar el mundo desde la
literatura, y en particular desde la poesía, es un concepto que abrazan las
llamadas Vieja y Nueva Poesía; la diferencia radica
en los modos de ejecutar el proyecto y a riesgo de qué. En la Nueva Poesía, el
poeta ya no cantará desde su escritorio sino desde la trinchera; la suya será
un alma más que comparte el peligro y las vicisitudes de la vida. Un
participante activo de la historia que se teje.
En Gotán por ejemplo, se muestra
claramente la voz diferente que se apodera del discurso poético. Ya no más
metáforas ni ritmo perfectos, sino un discurso cotidiano, que va desde una
fuerte proclama a la ternura máxima. Así mismo suele cambiar los tiempos del
hablante. Por ejemplo:
Ha muerto un hombre y
están juntando su sangre en cucharitas,
querido juan, has
muerto finalmente.
En el primer verso se identifica una
imagen fuerte indicando que ha muerto un hombre; como si fuese un anuncio o un
titular de periódico; en el segundo el muerto es nombrado en primera persona:
Juan; que podría ser cualquier persona,
incluso el poeta. Se juega a la ambigüedad, ¿quién es el hablante?, ¿un hombre,
una mujer, un padre?; y sin embargo, en el transcurso de la lectura sabemos que
es una protesta desde el amor. Es en sí mismo un mensaje de denuncia y de
impotencia. Deja entrever que Juan es un asesinado político; sobre todo en los
dos últimos, haciendo una alusión simbólica de la inmortalidad de las ideas:
Vigilemos a ver
dónde brotan sus manos
empujadas por su
rabia inmortal.
El lector es el encargado de construir
la realidad desde los versos, en ellos sólo se insinúa, no la aborda ni
transcribe; quien lee, se transforma casi en cómplice del poeta rearmando la realidad a medias.
Gelman trabaja con la intertextualidad, mezcla lo literario y lo ordinario o
distintos niveles expresivos dentro de un mismo discurso.
Ángel Rama expresa : “A pesar del
celebrado imperio de la novela en América Latina, sigue siendo la poesía, como
fue desde los orígenes, el ágil instrumento de búsquedas y encuentros, la audaz
y voladora vanguardia de las letras...”; y uno de sus exponentes máximos es sin
duda Juan Gelman; cuya obra delata una ambiciosa búsqueda de un lenguaje
trascendente, ya sea a través del realismo crítico y el intimismo, primeramente
y luego con la apertura hacia otras modalidades, la singularidad de un estilo,
de una manera de ver el mundo, la conjugación de una aventura verbal que no
descarta el compromiso social y político, como una forma de templar la poesía
con las grandes cuestiones de nuestro tiempo. Antes del Premio Pablo Neruda; recibió en el 97 el Premio Nacional de
Poesía y a principios de este año también el Premio Reina Sofía en su versión
decimosexta, fallo que sería difundido por la Universidad de Salamanca,
indicando que es “autor de títulos imprescindibles para la poesía Argentina
y contemporánea”. A este imprescindible he tenido la suerte de conocer en
su reciente visita a Chile en el mes de julio, con motivo de recibir el
Iberoamericano Pablo Neruda. “El gran vínculo de su obra con la cultura
popular y el carácter original, riguroso y conciso de su creación fueron las
razones fundamentales que esgrimió el jurado de honor del Premio Iberoamericano
de Poesía Pablo Neruda, para otorgar el galardón en su versión 2005”; con
estas palabras el Ministro de Cultura de mi país, don José Weinstein, hizo
pública la información de que el favorecido para recibir el galardón que otorga
por segundo año consecutivo el Ministerio de la Cultura, era el poeta argentino
Juan Gelman; justo el año en que el mundo entero celebra los 400 años de la
primera edición de El Quijote de la Mancha, y que en nuestro calendario
nacional estamos conmemorando a los poetas Jorge Teillier, Rolando Cárdenas,
Gabriela Mistral, y a Óscar Hahn que cumple 50 años desde la publicación de su
primer libro. Todos ellos, y también Gelman, entre otros; poetas indispensables que han entregado a nuestras letras una obra que sin duda permanecerá para las futuras generaciones de
América Latina y el mundo.
Cuando nos adentramos un poco en la
vida del poeta Juan Gelman y encontramos pasajes en los que cuenta su vida,
donde narra, por ejemplo, que en una época enloquecida escribió 9 libros,
pasando noches en vela, en las que se le encontraba por la mañana dormido sobre
su máquina de escribir, recordamos en el Quijote la cita “se enfrascó tanto
en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los
días de turbio en turbio”... ambos tocados por la misma locura de la palabra,
de la fertilidad creativa del verbo y pareciera que esta coincidencia de
fechas, los premios de Gelman y los 400 años del Quijote; no fuera casual.
A don Alonso de Quijana, las lecturas
le poblaron el seso con sus obsesiones, a Gelman, incansable escritor, autor de
una treintena de libros de poesía, dos óperas y libros de prosa; ha dejado en
su obra, todas las obsesiones de una vida. Las suyas, nos dice; han sido la
infancia, el amor, la mujer, la muerte, el otoño y la revolución. Así en su
texto “Estos poemas”, nos dice:
estos poemas esta colección de papeles esta
manada de pedazos que pretenden respirar todavía
estas palabras suaves ásperas ayuntadas por mí
me van a costar la salvación
estos poemas esta colección de papeles esta
manada de pedazos que pretenden respirar todavía
estas palabras suaves ásperas ayuntadas por mí
me van a costar la salvación
y la estrofa final:
y no me quejo ya que
ni oro ni gloria
pretendí yo escribiéndolas
ni dicha ni desdicha
ni casa ni perdón
Hay que destacar que Gelman a pesar de
su dura experiencia, no se dejó llevar por la derrota, al contrario
siguió buscando el milagro de vivir y su
persistencia tuvo frutos: su poesía ha tenido múltiples reconocimientos a nivel
mundial, pero sin duda, el hecho más importante en esta etapa de su vida, ha
sido el encuentro con esa joven (su nieta) que lleva en sus ojos, los ojos de
su hijo y de su nuera. Él mismo dice: “El poeta se atará al palo mayor de su
ignorancia para no caer en sí mismo, sino en otro país de aventura mayor,
muerto de miedo y vivo de esperanza”.
En lo personal, solo me queda decir que
siento una gran satisfacción de haber compartido con Juan Gelman con ocasión
del recital que ofreciera en la Sociedad de Escritores la tarde del 12 de julio
del presente año. En esa oportunidad, la Casa del Escritor, allá en el Barrio
Plaza Italia, era una fiesta, y la voz del poeta calaba hondo entre las más de
trescientas personas que brindaron por la humanidad de su poesía.
NOTAS:
1- (Extracto de “El pibe Juan”, Revista La Maga)