jueves, noviembre 29, 2007

ARISTÓTELES ESPAÑA

Llegada


Bajamos de la barcaza con las manos en alto
a una playa triste y desconocida.
La primavera cerraba sus puertas,
el viento nocturno sacudió de pronto
mi cabeza rapada
el silencio,

esa larga fila de Confinados
que subía a los camiones de la Armada Nacional

marchando

cerca de las doce de la noche del once de septiembre
de mil novecientos setenta y tres en Isla Dawson.

Viajamos
por un camino pantanoso que me pareció
una larga carretera con destino a la muerte.
Un camino con piedras y soldados.

El ruido del motor es una carcajada,

mi abrigo café tiene barro y bencina:

nos rodean
bajamos del camión

uno dos tres kilómetros
cerca
del

mar

y
de
la
nada;
¿Qué será de Chile a esta hora?
¿Veremos el sol mañana?

Se escuchan voces de mando y entramos a un callejón
esquizofrénico que nos lleva al Campo de

Concentración,

se encienden focos amarillos a nuestro paso,
las ventanas de la vida se abren y se cierran.

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