DINKO PAVLOV, el trovador de la vida, ha muerto
Anoche 22 de mayo, cerca de las 23.00 horas, Dinko Pavlov se entregó al abrazo de la muerte, luego de dar una larga y valiente lucha a una enfermedad que casi siempre gana la batalla. El Vikingo, como solía decirle por su enorme estatura y estampa, murió en su Punta Arenas querida, lugar en el que eligió vivir y ejercer su labor de sicólogo, escritor y gestor cultural. Nació en La Serena en el año 1943, ciudad a la que regresaba de tanto en tanto, quizá como una necesidad de volver a sus primeros años, para acercarse a su origen, a su raíz y por cierto, para volver a sus queridos amigos; en esa ciudad, hace unos 5 años reencontró a su amor de juventud, Doris Caballero, quien seguramente, estuvo acompañándolo en ese trance íntimo entre la vida y la muerte.
Dinko fue incansable como escritor y como gestor cultural; producto de esto último, se realizaron en la región de Magallanes, gran cantidad de ferias del libro, charlas, recitales y encuentros de escritores, entre otras actividades; por lo que, merecidamente este 23 de abril, día internacional del libro, recibió un homenaje muy sentido, por parte de las filiales de Punta Arenas y La Serena.
El “Vikingo”, colaboró en la formación de "Cornamusa", organización que acogió a los escritores de Puerto Natales para luego ingresar a la Sociedad de Escritores de Magallanes, de la que fue presidente en varias oportunidades. Su obra abarcó los géneros de ensayo, cuento, novela y poesía: publicó: Escape Imaginario 1984; Atrapado, pero... con Salida 1986; Poetría 1986; Odas 1988; Impronta 1989; Chiloé Mágico 1994; Códigos Perdidos 1995; Sigo Vivo 1996; Desde el Sur del Sur en Sexo y Negro 1998; Boris y las Ratas 1999, Versos para una sirena solitaria en la caleta 2001; Para quien lance la primera piedra 2003; Con esta chicha me curo yo…, 2005; Versos para una sirena solitaria en una caleta, 2006 y Sin ser exactamente un virtuoso, 2009.
Para los que lo conocimos, podemos dar testimonio de la enorme capacidad torácica que poseía y de la que hacía uso en cualquier lugar y hora, especialmente en juergas bohemias o en reuniones entre amigos; porque, hay que decirlo, Dinko Pavlov era dueño de una voz impresionante, incluso, podría perfectamente haber incursionado en la ópera e incluso como autor y compositor, ganó los festivales de Cerro Sombrero, Puerto Natales y Cantar Vecinal de Punta Arenas.
Borde señalar que como resultado de la iniciativa de Dinko, Rolando Cárdenas, gran poeta magallánico, descansa en su ciudad natal desde el año 2005; las gestiones fueron coordinadas entre él y Reynaldo Lacámara, en la época, secretario general de la Sech, hoy presidente. Esta aventura hermosa a lo Quijote, tuvo ribetes exquisitos que por ahora, guardaré; pero que no quería dejar de mencionar, para intentar dar a conocer a quienes no lo ubican, a un hombre apasionado por la vida, generoso, un poco loco también; capaz de realizar cualquier empresa que se propusiese, como lo fue, exhumar al poeta Cárdenas y llevárselo en un ánfora de cobre hasta Punta Arenas; no sin antes, pasearla con un grupo de escritores, entre los que yo estaba, por todos los bares y boliches que el “Chico Cárdenas” frecuentaba.
Hay una pena que me ronda, porque Dinko se fue para siempre, pero aquí se queda su recuerdo y su alegría de vivir, estoy segura que por años comentaremos todas sus aventuras y sus locuras; pero también, su trabajo literario, su rebeldía y su compromiso político.
Cecilia Palma
AQUÍ ALGUNOS DE SUS TEXTOS
De Sigo vivo:
GUILLOTINA
Quiero ser irreverentemente actual
y arrancar las malas intenciones
de las cabezas,
tal el viento vuela sombreros
y rompe anemómetros.
DESVELOS
Conozco tu espalda palmo a palmo,
cada vértebra de cuello a coxis,
suave pendiente de hombros a cintura,
lenta subida en la cadera,
vertiginoso desliz hacia las piernas,
montaña rusa de pálida apariencia
sin gritos de alarma,
radiografía en positivo de tu enojo,
esperaría siglos te des vuelta,
pero casi ya no tengo tiempo.
BOHEMIA
Cual caballo mañoso de regreso al pago
mis bohemios pasos resuenan la escalera,
el Cerro "De la Cruz" me tiende su ladera
mientras las luces se apagan en el bajo;
un descanso en el balcón
mientras abre su ojo el sol en el estrecho,
me confundo en un abrazo
con las razas australes
que el Talo Mancilla
en el suelo dispusiera con paciencia
con piedras de colores naturales
capricho artístico de su alma aventurera.
Sigo al paso mi camino
hasta la última estación
de este Vía Crucis,
la parada donde Luchín, obligatoria,
último toque espirituoso de otra noche
antes de entrar en mi tibia madriguera.
De Desde el sur del sur en sexo y negro:
PINCOYAS DE PECERAS
A las chicas de Café Haití.
Se necesita señorita cansada
de entregar currículos,
humillada por manoseos
de seudo gerentes y viejos verdes;
agotada de revisar diarios y periódicos
con la ilusión de la pega decente,
espantada por visiones futuristas
en su barrio,
casada con el Lucho o el Jorge,
guagua por año,
chascona y maltratada.
Imprescindible buena presencia:
sonrisa permanente,
pasos cadenciosos y largos,
caderas pendulares,
obligatoria arrogancia de modelo top
y entrega imaginaria
a cada baboso que se atreva
a desnudarla a distancia
con la mirada.
Recibirá sueldo miserable,
a decir del vitalicio,
además del título bastardo:
"chica del café".
Alertas las Paolas, Patys,
Soledades o Jacques,
arranquen a tiempo
de la "pobla".
De Versos para una Sirena solitaria en la caleta:
ESTACIÓN AMATORIA
I
Para nacer es precio morir,
llegar a cero,
cerrar los ojos y quedarse mudos,
quietos,
acortar agonías,
cerrar cicatrices,
sin sangre que circule
y tome posesión la muerte
con su fría mano
y nacer de nuevo
venciendo todo:
distancias...edades,
ojalá que una de esas veces
le acierte a tu caleta.
II
Si, renuncio a la cordura
y las horas quietas,
renuncio a la respiración pausada,
prefiero adrenalina
recorriéndome a raudales
con tu peligrosa cercanía;
la muerte si es preciso
por un quejido amoroso
provocado en tus entrañas
por mis labios urgentes.
III
Y la fiera que en mí cohabita
se agazapó entre las ingles
en paciente espera:
instintiva,
al primer indicio positivo
ocupó tu cuerpo.
Ahora recorre tus rincones más íntimos,
hasta que otro demonio
más poderoso,
la desaloje.
IV
Cuando quede solo,
sin mi sombra siquiera,
y no me refleje en los espejos,
cuando haya equilibrio en mi vida,
será que ya no viva más sin darme cuenta,
intentaré tocar tu casa
pero mi mano crispada
traspasará la madera;
confundido pensaré entonces
sino seré mi sombra
y caminaré por las murallas
perdiendo la vertical
me cruzará la lluvia murmurando
que soy todo y nada,
que soy parte del aire, el agua,
el fuego y la lluvia;
cuando me quede solo
sin mi sombra siquiera.
VIII
Cuando la luna menguante
toca mis vísceras,
prefiero callar:
conoce de mareas,
de verdades a medias
y temas adversos
que siempre me asedian.
Total,
ya dará vueltas el globo
y cada sentimiento
ocupará su lugar exacto.
IX
El ojo de la noche
con su vórtice oscuro
me absorbió a su centro,
certero,
dejándome al desnudo,
pecados al aire
en mi irreverente audacia verbal,
saltando respetos ajenos,
exhortando de paso
a los demonios que me habitan
a soltar mi lengua.
De eso y algo más
soy capaz de arrepentirme,
aunque tarde
y ya Caín me haya convertido
en su sombra.
X
Y Dios me pidió:
"Sé mi compañero".
Le repliqué tajante:
"Prefiero seguir solo,
sin Vaticanos
ni Pedros renegados a mi lado".
De Para quién se atreva a lanzar la primera piedra:
VERSÍCULO I
Y abrí mis piernas al viento
para engendrar tempestades,
sentí su furia en mis entrañas,
afanado en penetrar
mis vulnerados espacios,
de colarse por estrechos conductos
y atrapar al óvulo que,
ciego y descuidado,
abandonaba su origen.
Tomó posesión, satisfecho,
dispuesto a esperar,
ignorante de la píldora
detonante de mi último vestigio
de vieja prostituta
VERSÍCULO II
La hormiga miró agradecida
desde el charco de mi orina
de diabética,
mientras vuelvo al clandestino,
atrapada por la oscuridad
que impone el alcohol
que apaga mi rostro y mi sed,
máscara griega sonriente,
ayudándome a cabalgar otra noche
y tu compasiva pero también
prostituida ternura,
máscara griega trágica.
De Los ángeles no tienen sexo, pero... yo sí:
I
Cuando todo en calma,
oscuros rincones
familiares al tacto
acogiendo al espíritu,
te apareces sigilosa tras mi sombra
entibiando el ambiente,
mirada y sonrisa a flor de ti
iluminan esta memoria mía
y consigo paz para otro atardecer
en esta Patagonia de helado aliento,
de pronto tan hostil,
pero... tan nuestra.
II
No es sencilla esta ausencia
entre gente que cree superficialidades,
curada de espanto
y agotados sus asombros,
incapaces de medir los vacíos
de la orfandad que te intuyo,
gota intermitente igual cala la roca
y surca profundo
con la paciencia de años,
te habita silenciosa,
como cae la nieve
en la oscuridad
al otro lado de tu puerta.
De Ni perdón ni olvido:
HOMBRES DE PRESIDIO
Cuerpos y rostros para evocar castigos,
tipología de Lombroso viva,
cincelada a fuego,
nexo entre Castells y los presos
siempre esperando sus favores
a cambio de conductas atroces;
astillas de un mismo palo
en pro de la disciplina conciente
frente a esos desgraciados
que osaran atravesarse a sus instintos.
Sus virtudes infrahumanas
volvían un chiste al infierno de Dante Aligheri.
Tales fueron los mandantes del Capitán
por esos aciagos días.
CORTIZO
El odio de todos los presos
concentraba Gumercindo Cortizo.
Incapaz de nada más que obedecer,
un crótalo semejaba
de tan traidor y venenoso.
Obstáculo para su libertad
eran los presos políticos,
estorbo y conflicto permanente
con sus desórdenes, protestas
y rebeldía de izquierda.
Y el odio era recíproco,
natural como el aire.
Representaba para ellos:
hacinamiento indecente,
suspensión de visitas y comidas,
mezclarse con reos tísicos o sifilíticos,
cuerpos con llagas,
sin agua ni medicinas,
la mierda rebalsando los inodoros.
Y era su rostro amarillento
al frente de asesinos escogidos,
invadiendo "La Leona" a sangre y garrote
a fines de enero del treinta y dos.
Protegido en un rincón,
dirigiendo el abuso desde las sombras
trémulo de tanta cobardía.
Así como otros la barbarie, la fuerza,
la astucia o el valor,
él fue la hipocresía;
corcho flotante en todas las aguas,
logró por fin la libertad ansiada
de mano de los propios masacrados,
que lograron por fin
arrancar la venda a la justicia.
De Cuando la tarde languidece renacen las sombras:
*
La ciudad insomne,
sus cuadrados ojos abiertos,
reposa con latidos sincopados
cabalgando callejones y esquinas,
oscuros ladridos la desbordan
más allá de sus límites.
Mis ojos suspendidos
hieren la noche,
mientras arden mis venas
el sol en ellas,
taladro tus entrañas
dando luz a tu histérica ceguera
*
Tras la vidriera
donde me ha ubicado
tu indiferencia,
anuncio tu pausada muerte,
tu lejanía lenta,
enfriando cenizas;
desde hoy
te vuelves pasado irremediable
como la voz que te anunciaba en mí,
quemando tus fragmentos
como alas de mariposa
a la luz de las brasas,
lo anuncio desde hoy.
*
Suspendidas mis ansias,
una muerte a pausas sobreviene,
se va apagando lenta mi vitalidad
cuando te ciegas a mi presencia.
Atrapados tus aromas
entre sábanas vacías,
envuelven mi sintonía,
cual mortaja cada noche;
moderno Tántalo me vuelvo,
la noche interminable
navega sutiles mares de espuma
tras singladuras de besos
ausentes o ya perdidos.
*
Mis manos,
arcos de violín bien afinado
se despliegan golosos sobre tu piel
acompañando mi discurso,
lluvia floral
revoloteando auroras,
perdiéndose en tus oídos,
hoy laberintos mudos,
un insomnio permanente.
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