jueves, enero 16, 2014


JUAN GELMAN O EL POETA ELEGIDO


Por Cecilia Palma
XX Feria del Libro
Córdoba-Argentina
(Septiembre, 2005)

“Nací en Villa Crespo, en Buenos Aires. Nací ahí porque en un momento tan delicado como un alumbramiento, quise acompañar a mi madre” (1). Esta curiosa poética de vida nos devela el calibre de un poeta como Gelman. En él hasta lo más sorprendente fluye con una naturalidad digna de ancestrales sabidurías. El poeta nace en 1930. En su juventud formó parte del grupo “El pan duro” compuesto por amigos escritores que al calor del entusiasmo  se autoeditar sus primeros trabajos.

 El Pan duro fue un grupo bastante heterogéneo, sin embargo, entre sus miembros existen una serie de rasgos comunes que los hacen participar de un imaginario colectivo: el rescate de la urbe como protagonista de lo cotidiano,  los giros y la atmósfera de la poética del tango, el uso del lenguaje coloquial y la mancomunión de lo estético con lo político. Todos estos creadores eran parte de una juventud rebelde e inconformista que tuvo por escenario grandes hitos de la historia, en una época políticamente convulsa:  La Revolución Cubana, la intervención norteamericana en Santo Domingo, Vietnam, Argelia, etc.

            Desde el comienzo el discurso poético de Gelman fue subversivo, a pesar de las consecuencias que pudiera traerle. Violín y otras cuestiones  fue el primer libro que “El pan duro” publicó en 1956, con un prólogo entusiasta de Raúl González Tuñón. La obra se instaló inmediatamente en el escenario literario de la época. González Tuñón, a quien Gelman conociera en un recital en el teatro “La máscara”, se habría maravillado con su poesía y muy especialmente con “El caballo de la calesita”, que consideró magistral.

Trajin, ciudad y tarde Buenos Aires
Aire de plaza ruido de tranvía
(Galopando una música de tango
gira el caballo de la calesita)”...

Gelman tenía entonces 26 años; e irrumpe con su poesía en el círculo de las letras. Poseedor de una voz ágil, fresca, variada en tonos y matices donde prevalece el verso libre, sin embargo,  demuestra que también puede escribir sonetos de buena ley.

Para nadie es un misterio que la vida de Gelman no ha sido fácil. Al decir de Vallejos; “él sabe en carne propia que hay golpes en la vida tan fuertes...” Este sino trágico queda de manifiesto en gran parte de su obra:

Cuerpo que me temblás entrado al alma/
frío que me enfriás/ manito tuya
manando sombra/ sombra/ sombra/ sombra
¿paro tu deshacerte en algún lado?/

Sin duda Gelman es un sobreviviente a pesar de sí mismo, y su poesía está inserta en la otra historia de Latinoamérica; su voz ha asumido múltiples formas en lo poético. Sus desdoblamientos le permiten escribir como  John Wendell, Yaminokuchi Ando, Sydney West y otros que develan otras particularidades de su escritura. De estas singularidades nos habló a su paso por Santiago donde recibió el Premio Iberoamericano Pablo Neruda. Gelman nos explicaba que esos poetas inventados por él, le permitieron  realizar una suerte de catarsis para salirse de sí mismo. De paso, estos poetas constituían una provocación a las corrientes populistas que sostenían que la poesía tenía que ser nacional, de esta manera Gelman invierte la proposición populista al proponer con los “traducidos”, que podían ser tan argentinos como cualquier otro, y que el idioma es una manera de entender el mundo, de enfrentarlo, de padecerlo.

Gelman, transita de una tradición poética a otra y crea un lenguaje personal que en general se caracteriza por la ausencia de puntuación; la proliferación de barras diagonales al final y entre sus versos; la aparición de neologismos; que expresan lo que de otra forma no podría ser dicho; la repetición de palabras, la profusión de interrogantes en las que hay que detenerse un instante por su profundidad y cuyas respuestas dejan en silencio; el uso recurrente del diminutivo que convoca ternura, compasión, sin tener que redundar en la imagen.

La poesía de Gelman en muchos casos se vuelve determinante, es en sí misma una certeza, una verdad poética insoslayable; por ejemplo: en la conclusión del poema “Límites”, nos dice:

Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas.
Sangran.

“El tema de la poesía es la poesía”; ha dicho Gelman. “Ella  no tiene temas prohibidos, aunque jamás, agrega, escribiría un poema a Hitler; ni siquiera para putearlo”; y nos dice –“escribir no es una mera cuestión de voluntad. Cuando me toca me toca, y no hay vuelta”.

La nueva poesía debía negar a la poesía establecida para existir como tal. El tema de cambiar el mundo desde la literatura, y en particular desde la poesía, es un concepto que abrazan las llamadas Vieja y Nueva Poesía;  la diferencia radica en los modos de ejecutar el proyecto y a riesgo de qué. En la Nueva Poesía, el poeta ya no cantará desde su escritorio sino desde la trinchera; la suya será un alma más que comparte el peligro y las vicisitudes de la vida. Un participante activo de la historia que se teje.

En Gotán por ejemplo, se muestra claramente la voz diferente que se apodera del discurso poético. Ya no más metáforas ni ritmo perfectos, sino un discurso cotidiano, que va desde una fuerte proclama a la ternura máxima. Así mismo suele cambiar los tiempos del hablante. Por ejemplo:

Ha muerto un hombre y están juntando su sangre en cucharitas,
querido juan, has muerto finalmente.

En el primer verso se identifica una imagen fuerte indicando que ha muerto un hombre; como si fuese un anuncio o un titular de periódico; en el segundo el muerto es nombrado en primera persona: Juan;  que podría ser cualquier persona, incluso el poeta. Se juega a la ambigüedad, ¿quién es el hablante?, ¿un hombre, una mujer, un padre?; y sin embargo, en el transcurso de la lectura sabemos que es una protesta desde el amor. Es en sí mismo un mensaje de denuncia y de impotencia. Deja entrever que Juan es un asesinado político; sobre todo en los dos últimos, haciendo una alusión simbólica de la inmortalidad de las ideas:

Vigilemos a ver dónde brotan sus manos
empujadas por su rabia inmortal.

El lector es el encargado de construir la realidad desde los versos, en ellos sólo se insinúa, no la aborda ni transcribe;  quien lee, se  transforma casi en cómplice del poeta rearmando la realidad a medias. Gelman trabaja con la intertextualidad, mezcla lo literario y lo ordinario o distintos niveles expresivos dentro de un mismo discurso.
Ángel Rama expresa : “A pesar del celebrado imperio de la novela en América Latina, sigue siendo la poesía, como fue desde los orígenes, el ágil instrumento de búsquedas y encuentros, la audaz y voladora vanguardia de las letras...”; y uno de sus exponentes máximos es sin duda Juan Gelman; cuya obra delata una ambiciosa búsqueda de un lenguaje trascendente, ya sea a través del realismo crítico y el intimismo, primeramente y luego con la apertura hacia otras modalidades, la singularidad de un estilo, de una manera de ver el mundo, la conjugación de una aventura verbal que no descarta el compromiso social y político, como una forma de templar la poesía con las grandes cuestiones de nuestro tiempo.  Antes del Premio Pablo Neruda; recibió en el 97 el Premio Nacional de Poesía y a principios de este año también el Premio Reina Sofía en su versión decimosexta, fallo que sería difundido por la Universidad de Salamanca, indicando que es “autor de títulos imprescindibles para la poesía Argentina y contemporánea”. A este imprescindible he tenido la suerte de conocer en su reciente visita a Chile en el mes de julio, con motivo de recibir el Iberoamericano Pablo Neruda. “El gran vínculo de su obra con la cultura popular y el carácter original, riguroso y conciso de su creación fueron las razones fundamentales que esgrimió el jurado de honor del Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, para otorgar el galardón en su versión 2005”; con estas palabras el Ministro de Cultura de mi país, don José Weinstein, hizo pública la información de que el favorecido para recibir el galardón que otorga por segundo año consecutivo el Ministerio de la Cultura, era el poeta argentino Juan Gelman; justo el año en que el mundo entero celebra los 400 años de la primera edición de El Quijote de la Mancha, y que en nuestro calendario nacional estamos conmemorando a los poetas Jorge Teillier, Rolando Cárdenas, Gabriela Mistral, y a Óscar Hahn que cumple 50 años desde la publicación de su primer libro. Todos ellos, y también Gelman, entre otros;  poetas indispensables que han entregado a nuestras letras  una obra que sin duda permanecerá para las futuras generaciones de América Latina y el mundo.

Cuando nos adentramos un poco en la vida del poeta Juan Gelman y encontramos pasajes en los que cuenta su vida, donde narra, por ejemplo, que en una época enloquecida escribió 9 libros, pasando noches en vela, en las que se le encontraba por la mañana dormido sobre su máquina de escribir, recordamos en el Quijote la cita “se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio”... ambos tocados por la misma locura de la palabra, de la fertilidad creativa del verbo y pareciera que esta coincidencia de fechas, los premios de Gelman y los 400 años del Quijote;  no fuera casual.

A don Alonso de Quijana, las lecturas le poblaron el seso con sus obsesiones, a Gelman, incansable escritor, autor de una treintena de libros de poesía, dos óperas y libros de prosa; ha dejado en su obra, todas las obsesiones de una vida. Las suyas, nos dice; han sido la infancia, el amor, la mujer, la muerte, el otoño y la revolución. Así en su texto “Estos poemas”, nos dice:

estos poemas esta colección de papeles esta
manada de pedazos que pretenden respirar todavía
estas palabras suaves ásperas ayuntadas por mí
me van a costar la salvación

y la estrofa final:

y no me quejo ya que
ni oro ni gloria pretendí yo escribiéndolas
ni dicha ni desdicha
ni casa ni perdón


Hay que destacar que Gelman a pesar de su dura experiencia, no se dejó llevar por la derrota, al contrario siguió  buscando el milagro de vivir y su persistencia tuvo frutos: su poesía ha tenido múltiples reconocimientos a nivel mundial, pero sin duda, el hecho más importante en esta etapa de su vida, ha sido el encuentro con esa joven (su nieta) que lleva en sus ojos, los ojos de su hijo y de su nuera. Él mismo dice: “El poeta se atará al palo mayor de su ignorancia para no caer en sí mismo, sino en otro país de aventura mayor, muerto de miedo y vivo de esperanza”.


En lo personal, solo me queda decir que siento una gran satisfacción de haber compartido con Juan Gelman con ocasión del recital que ofreciera en la Sociedad de Escritores la tarde del 12 de julio del presente año. En esa oportunidad, la Casa del Escritor, allá en el Barrio Plaza Italia, era una fiesta, y la voz del poeta calaba hondo entre las más de trescientas personas que brindaron por la humanidad de su poesía.

NOTAS:
1- (Extracto de “El pibe Juan”, Revista La Maga)

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