lunes, octubre 30, 2006

JUAN GELMAN


ESCRIBO EN EL OLVIDO...

Escribo en el olvido
en cada fuego de la noche
cada rostro de ti.
Hay una piedra entonces
donde te acuesto mía,
ninguno la conoce,
he fundado pueblos en tu dulzura,
he sufrido esas cosas,
eres fuera de mí,
me perteneces extranjera.

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JUAN GELMAN
















LO QUE PASA

Yo te entregué mi sangre, mis sonidos,
mis manos, mi cabeza,
y lo que es más, mi soledad, la gran señora,
como un día de mayo dulcísimo de otoño,
y lo que es más aún, todo mi olvido
para que lo deshagas y dures en la noche,
en la tormenta, en la desgracia,
y más aún, te di mi muerte,
veré subir tu rostro entre el oleaje de las sombras,
y aún no puedo abarcarte, sigues creciendo
como un fuego,
y me destruyes, me construyes, eres oscura como la luz

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Escritores


En Resistencia, El Chaco Argentino:
Diego Muñoz, Lilian Elphick, Cristián Cottet, Mempo Giardinelli, Fernando Jerez, Max Valdés, Jaime Valdivieso

GABRIELA MISTRAL





















La cacería de Sandino
Nueva York, 1931

Mister Hoover ha declarado a Sandino "fuera de la ley". Ignorando eso que llaman derecho internacional, se entiende, sin embargo, que los Estados Unidos hablan del territorio nicaragüense como del propio, porque no se comprende la declaración sino como lanzada sobre uno de sus ciudadanos: "Fuera de la ley norteamericana".
Los desgraciados políticos nicaragüenses, cuando pidieron contra Sandino el auxilio norteamericano, tal vez no supieron imaginar lo que hacían y tal vez se asusten hoy de la cadena de derechos que han creado al extraño y del despeñadero de concesiones por el cual echaron a rodar su país.
La frase cocedora de Mr. Hoover suena a ese Halalí de las grandes cacerías, cuando sobre la presa que ha asomado el bulto en un claro del bosque, el cuerno llamador arroja a la jauría. Es numerosa la jauría esta vez hasta ser fantástica: sobre unas lomas caerán cinco mil hombres y decenas de aeroplanos. También equivale la frase a la otra de uso primitivo: "Tantos miles de pesos por tal cabeza", usada en toda tierra por los hombres de presa.
Lástima grande que la cabeza enlodada del herrero que la prensa yanqui llama bandido, sea, por rara ocurrencia, una cabeza a la cual sigue anhelante el continente donde vive toda su raza y una pieza que desde Europa llaman de héroe nato y de criatura providencial los que saben nombrar bien.
El herrero se parece más a Hércules que al Plutón infernal que ve Mr. Hoover. Enlodado corre por las cuchillas, a causa de los pantanos en que ha de escurrirse como culebra; carga las dos o tres pistolas que le dan las fotografías malignas de los semanarios neoyorquinos porque corre perseguido por los ajenos y los propios, y cada árbol y cada piedra de su región le son desleales; y su defensa toma aspecto de locura porque vive un caso fabuloso como para voltear a cualquiera la masa de sangre.
Desde los años de 1810, o sea, desde el aluvión guerrero que bajó desde México y Caracas hasta Chile, rompiéndolo todo para salvar una sola cosa, no habíamos vivido con nuestra expectación un trance semejante.
Mr. Hoover, mal informado a pesar de sus veintiún embajadas, no sabe que el hombrecito Sandino, montuno, plebeyo e infeliz ha tomado como un garfio la admiración de su raza, excepto uno que otro traidorzuelo o alma seca del sur. Si lo supiera, a pesar de la impermeabilidad a la opinión pública de la Casa Blanca (la palabra es de un periodista yanqui) se pondría a voltear esta pieza de fragua y de pelotón militar, tan parecida a los Páez, a los Artigas y a los Carrera, se volvería, a lo menos, caviloso y pararía la segunda movilización.
El guerrillero no es el mineral simple que él ve y que le parece un bandido quimicamente puro; no es un pasmo militar a lo Pancho Villa, congestionado de ganas de matar, borracho de fechoría afortunada y cortador de cabezas a lo cuento de Salgari. Ha convencido desde la prensa francesa y el aprecio español hasta el último escritor sudamericano que suele leer, temblándole el pulso, el cable que le informa que su Sandino sigue vivo.
Tal vez caiga ahora esa cabeza sin peinar que trae locas las cabezas acepilladas de los marinos ocupantes; tal vez sea esta ocasión la última en el millar de las jugadas y perdidas por el invasor. Ya no se trata de una búsqueda sino de una cacería, como decimos.
Pero los marinos de Hoover van a recoger en sus manos un trofeo en el que casi todos los del sur veremos nuestra sangre y sentiremos el choque del amputado que ve caer su muñón. Mala mirada vamos a echarles y un voto diremos bajito o fuerte que no hemos dicho nunca hasta ahora, a pesar de Santo Domingo y del Haití: "¡Malaventurados sean!".
Porque la identificación ya comienza y a la muerte de Sandino se hará de un golpe quedándose en el bloque. El guerrillero es, en un solo cuerpo, nuestro Páez, nuestro Morelos, nuestro Carrera y nuestro Artigas. La faena es igual, el trance es el mismo.
Nos hará vivir Mr. Hoover, eso sí, una sensación de unidad continental no probada ni en 1810 por la guerra de la independencia, porque este héroe no es local, aunque se mueva en un kilómetro de suelo rural, sino rigurosamente racial. Mr. Hoover va a conseguir, sin buscarlo, algo que nosotros mismos no habíamos logrado: sentirnos uno de punta a cabo del continente en la muerte de Augusto Sandino.

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CARLOS PELLICER















NOCTURNO B

No tengo tiempo de mirar las cosas

como yo lo deseo.

Se me escurren sobre la mirada,
y todo lo que veo
son esquinas profundas rotuladas con radio,
donde leo la ciudad para no perder tiempo.

Esta obligada prisa que inexorablemente
quiere entregarme el mundo con un dato pequeño.

Este mirar urgente y esta voz en sonrisa

para un joven que sabe morir por cada sueño.
No tengo tiempo de mirar las cosas,
casi las adivino.

Una sabiduría ingénita y celosa

me da miradas previas y repentinos trinos.

Vivo en doradas márgenes; ignoro el central gozo

de las cosas. Desdoblo siglos de oro en mi ser.

Y acelerando rachas -quilla o ala de oro-,

repongo el dulce tiempo que nunca he de tener.

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VICENTE HUIDOBRO














Manifiesto tal vez


Nada de caminos verdaderos y una poesía escéptica de sí misma.

¿Entonces? Hay que buscar siempre.

Mis nervios, dispersos en estremecimientos, sin guitarra y sin inquietud, la cosa concebida así lejos del poema, robar la nieve al polo y la pipa al marino.

Algunos días después me di cuenta: el polo era una perla para mi corbata.

¿Y los Exploradores?

Se habían transformado en poetas y cantaban de pie sobre las olas derramadas.

¿Y los Poetas?

Se habían transformado en exploradores y buscaban cristales en las gargantas de los ruiseñores.

He aquí por qué Poeta equivale a Vagabundo sin oficio activo, y Vagabundo equivale a Poeta sin oficio pasivo.

Sobre todo, es preciso cantar o simplemente hablar sin equívoco obligatorio, sino con algunas olas disciplinadas.

Ninguna elevación falsa: sólo la verdad, que es orgánica. Dejemos el cielo a los astrónomos, las células a los químicos. El poeta no es siempre un telescopio que se puede cambiar en su contrario, y si la estrella se desliza hasta el ojo por el interior del tubo, ello no se debe a un ascensor sino más bien a una lente imaginativa.

Nada de máquinas ni de moderno en sí. Nada de gulf-stream ni de cocktail, pues el gulf-stream y el cocktail ya son más máquinas que una locomotora o una escafandra, y más modernos que Nueva York y los
catálogos.

Milán... Ciudad ingenua, fatigada virgen de los Alpes, pero virgen no obstante.

Y El Gran Peligro Del Poema Es Lo Poético

Yo os digo, entonces: busquemos en otros sitios, lejos de la máquina y de la aurora, y tan lejos de Nueva York como de Bizancio.

No agreguéis poesía a lo que ya la tiene sin necesidad de vosotros.
La miel sobre la miel da asco.

Dejar secarse al sol el humo de las fábricas y los pañuelos de los adioses.

Poned los zapatos al claro de luna y después hablaremos de ello, y, sobre todo, no olvidéis que el Vesubio, a pesar del futurismo, está lleno de Gounod.

¿Y el imprevisto?

Sin duda, podría ser algo que se presentara con la imparcialidad de un gesto nacido al azar y no deseado, pero está demasiado cerca del instinto y es, por tanto, más animal que humano.

El azar conviene cuando los dados dan cinco ases o al menos cuatro reinas, Pero salvo estos casos debemos excluirlo.

Nada de poemas tirados a la suerte; sobre la mesa del poeta no hay un tapete verde.

Y si el mejor poema puede hacerse en la garganta, es porque la garganta es el justo medio entre el corazón y el cerebro.

Haced poesía, pero no alrededor de las cosas. Inventadla.

El poeta no debe ser más instrumento de la naturaleza, sino que ha de hacer de la naturaleza su instrumento. Es toda la diferencia que hay con las viejas escuelas.

Y he aquí, ahora, que el poeta os aporta un hecho nuevo, muy simple en su esencia, independiente de cualquier otro fenómeno externo, una creación humana, muy pura y trabajada por el cerebro con paciencia de ostra.

¿Es un poema, o tal vez otra cosa?
Poco importa.

Poco importa que la criatura sea niña o niño, abogado, ingeniero o biólogo, con tal que sea.

Es algo que vive y perturba, aunque en el fondo permanezca muy calmo.

Tal vez no es el poema habitual; pero es, al menos.

Así, primer efecto del poema, transfiguración de nuestro Cristo cotidiano, trastorno ingenuo, los ojos se agrandan al borde de las palabras que se deslizan, el cerebro desciende al pecho y el corazón sube a la cabeza, sin dejar de ser corazón y cerebro con sus facultades esenciales; en fin: revolución total. La tierra gira al revés, el sol sale por occidente.

¿Dónde estáis?

¿Dónde estoy?

Los puntos cardinales se han perdido en el tumulto, como los cuatro ases de un naipe.

Luego amamos o repudiamos, pero la ilusión ha tenido sillas
cómodas, el hastío ha encontrado un buen tren y el corazón ha vertido su frasco de olores inconscientes.

(El amor y el repudio carecen de importancia para el verdadero poeta, pues sabe que el mundo avanza de derecha a izquierda y los hombres de izquierda a derecha. Es la ley del equilibrio.)

Después, es mi mano la que os ha guiado, la que os ha mostrado los paisajes queridos y hecho nacer un arroyo de un almendro sin necesidad de darle un lanzazo en el costado.

Y cuando los dromedarios de vuestra imaginación quisieron dispersarse, yo los detuve en seco, mejor que un ladrón en el desierto.

¡Nada de paseos indecisos!

La bolsa o la vida.

Esto es neto, claro. Nada de interpretaciones personales.

La bolsa no quiere decir el corazón, ni la vida los ojos.

La bolsa es la bolsa y la vida es la vida.

Cada verso es el vértice de un ángulo que se cierra, no la punta de un ángulo que se abre a todos los vientos.

El poema, tal como aquí se muestra, no es realista sino humano.

No es realista, pero se hace realidad.

Realidad cósmica con atmósfera propia y, seguramente, con tierra y agua, como agua y tierra tienen todos los mundos que se respetan.

No hay que buscar en esos poemas el recuerdo de cosas vistas, ni la posibilidad de ver otras parecidas.

Un poema es un poema, tal como una naranja es una naranja y no una manzana.

En él no hallaréis cosas que existen de antemano ni contacto directo con los objetos del mundo externo.

El poeta no imitará más a la naturaleza, pues no se da el derecho de plagiar a Dios.

Allí encontraréis lo que nunca habéis visto en otra parte: el poema. Una creación del hombre.

Y de todas las potencias humanas, la que más nos interesa es la potencia creadora.

CARLOS LÓPEZ

(Guatemala)

e.ratas, i

Donde dice columna debe decir calumnia.
Donde dice crítica debe decir cítrica.
Donde dice parca debe decir puerca.

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NICOLÁS GUILLÉN













Mulata

Ya yo me enteré, mulata,
mulata, ya sé que dise
que yo tengo la narise
como nudo de cobbata.
Y fíjate bien que tú
no ere tan adelantá,
poqque tu boca é bien grande,
y tu pasa, colorá.
Tanto tren con tu cueppo,
tanto tren;
tanto tren con tu boca,
tanto tren;
tanto tren con tu sojo,
tanto tren.
Si tú supiera, mulata,
la veddá:
que yo con mi negra tengo,
y no te quiero pa ná!

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CÉSAR VALLEJO

(Perù, 1892-1938)

El poeta a su amada

Amada, en esta noche tú te has crucificado
sobre los dos maderos curvados de mi beso;
y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,
y que hay un viernes santo más dulce que ese beso.
En esta noche clara que tanto me has mirado,
la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso.
En esta noche de setiembre se ha oficiado
mi segunda caída y el más humano beso.
Amada, moriremos los dos juntos,
muy juntos;se irá secando a pausas nuestra excelsa amargura;
y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos.
Y ya no habrá reproches en tus ojos benditos;
ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura
los dos nos dormiremos, como dos hermanitos.

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JOSÉ AGOSTINHO BAPTISTA

(Funchal, Portugal- 1948)

O Voo e a Música

Poderei,
com esta harpa de cordas tensas, com as pérolas
deste colar de sons e mágoa,
tocar o teu ouvido ou a tua alma,
poderei chegar sem que o vento me anuncie,
mais perto dessa cama que nunca foi o céu ou a
terra ou o mar e onde,
impiedosa,
não se abrisse a tempestade?

É talvez uma asa, um ser aflito,
aquilo que chega ao alpendre e em veloz sombra
inicia a sua viagem,
de norte para sul, para a brisa que arrefece a
cal,
quando em silenciosa migração as tuas aves
partem para sempre
e é mais triste o promontório com o farol que
já não acendes.

Enviado por Amélia Pais

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JULIO CORTÁZAR


by Ibán








Instrucciones para subir una escalera


Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sbe en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.

Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).

Llegado en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.

VICENTE ALEIXANDRE

España, Sevilla-1896-1984
Adolescencia


Vinieras y te fueras dulcemente,
de otro camino
a otro camino. Verte,
y ya otra vez no verte.
Pasar por un puente a otro puente.
—El pie breve,
la luz vencida alegre—.

Muchacho que sería yo mirando
aguas abajo la corriente,
y en el espejo tu pasaje
fluir, desvanecerse.

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NATALIA TOLEDO
















Juchitán, Oaxaca, Mexico 1967
Poesia zapoteca

Caree yaande guiigu’
guirá xixe raca benda.
Diuxi ribeelú guriá ti yoo caruxi
naa ruyadxiee’ laabe deche ti yaga guie’ yaase’.


El río se desborda
todos se convierten en peces.
Dios aparece en una pared descarapelada
yo lo observo detrás de un olivo negro.

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MARIO BENEDETTI

Tacuarembò-Uruguay- 1920
Hombre preso que mira a su hijo

al "viejo" hache

Cuando era como vos me enseñaron los viejos
y también las maestras bondadosas y miopes
que libertad o muerte era una redundancia
a quién se le ocurría en un país
donde los presidentes andaban sin capangas
que la patria o la tumba era otro pleonasmo
ya que la patria funcionaba bien
en las canchas y en los pastoreos

realmente botija no sabían un corno
pobrecitos creían que libertad
era tan sólo una palabra aguda
que muerte era tan sólo grave o llana
y cárceles por suerte una palabra esdrújula

olvidaban poner el acento en el hombre

la culpa no era exactamente de ellos
sino de otros más duros y siniestros
y éstos sí
cómo nos ensartaron
con la limpia república verbal
cómo idealizaron
la vidurria de vacas y estancieros

y cómo nos vendieron un ejército
que tomaba su mate en los cuarteles

uno no siempre hace lo que quiere
uno no siempre puede
por eso estoy aquí
mirándote y echándote
de menos

por eso es que no puedo despeinarte el jopo
ni ayudarte con la tabla del nueve
ni acribillarte a pelotazos

vos sabés que tuve que elegir otros juegos
y que los jugué en serio

y jugué por ejemplo a los ladrones
y los ladrones eran policías

y jugué por ejemplo a la escondida
y si te descubrían te mataban
y jugué a la mancha
y era de sangre

botija aunque tengas pocos años
creo que hay que decirte la verdad
para que no la olvides

por eso no te oculto que me dieron picana
que casi me revientan los riñones

todas estas llagas hinchazones y heridas
que tus ojos redondos
miran hipnotizados
son durísimos golpes
son botas en la cara
demasiado dolor para que te lo oculte
demasiado suplicio para que se me borre

pero también es bueno que conozcas
que tu viejo calló
o puteó como un loco
que es una linda forma de callar

que tu viejo olvidó todos los números
(por eso no podría ayudarte en las tablas)
y por lo tanto todos los teléfonos

y las calles y el color de los ojos
y los cabellos y las cicatrices
y en qué esquina
en qué bar
qué parada
qué casa

y acordarse de vos
de tu carita
lo ayudaba a callar
una cosa es morirse de dolor
y otra cosas morirse de vergüenza

por eso ahora
me podés preguntar
y sobre todo
puedo yo responder

uno no siempre hace lo que quiere
pero tiene el derecho de no hacer
lo que no quiere

llorá nomás botija
son macanas
que los hombres no lloran
aquí lloramos todos

gritamos berreamos moqueamos chillamos
maldecimos
porque es mejor llorar que traicionar
porque es mejor llorar que traicionarse

llorá
pero no olvides

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LUIS WEINSTEIN




















EL REGALO DEL SER

Los humanos no abrimos el regalo del ser.
El ser no termina de abrirnos su regalo.
El ser es un regalo que no termina de abrirse.


El regalo del ser no termina de abrirse:
Necesita más mágico el azulear de la vida
Y a la historia brincando como pájaro hacia sueños


El regalo del ser no termina de abrirse:¨
Nos embriaga la suculencia del día,
Huímos ateridos del fulgor de la noche


El regalo del ser no terminará de abrirse ,
Aunque atisben jirones de sonrisas en luna
Y la sombra del sol pestañee ciertas almas


Al regalo del ser lo rodean ausencias:
Un hacer sideral desborda miradas
El tener perturba el corazón del infinito


El regalo del ser da migas de aurora,
Guías en laberintos de crepúsculos eternos.



Hijos del misterio,
También somos misterio:
Del regalo es parte la familiaridad


La tea del misterio se enciende,
Más allá , incluso, del azul y de las flores,
Con presencia de gratitud


Laberinto entre el nacer y el morir,
Entre misterio y naturalidad, gratitud
Poniendo granos de aurora al regalo del ser

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